13 de mayo 2020
El romance ha sido la forma esencial de expresión de quienes hablamos español.
Es natural que una historia como la de los Comuneros de Castilla diera lugar a ser recordada con romances. En 1972 el poeta leonés Luis López Álvarez escribió un extenso poema épico, Los comuneros.
El grupo segoviano de folclore castellano Nuevo Mester de Juglaria, que se inició en 1969, seleccionó, en 1976, un fragmento del poema épico, como hacían los antiguos juglares, y lo convirtió en una canción que incorporó a su repertorio y se hizo conocida como Canto de esperanza. Hay varias versiones que pueden oírse en YouTube. Una de ella aparece titulada Nuevo Mester de Juglaria – Canto de Esperanza, otra Himno popular de Castilla y León (Canto de esperanza) tiene subtítulos.
Canto de esperanza
Adaptado del poema Los comuneros de Luis López Álvarez por Nuevo Méster de Juglaría
Mil quinientos veintiuno
y en abril para más señas
en Villalar ajustician
a quienes justicia pidieran,
en Villalar ajustician
a quienes justicia pidieran.
Malditos todos aquellos
que firmaron la sentencia
malditos todos aquellos
los que ajusticiar quisieran
al que luchó por el pueblo
y perdió tan justa guerra.
Desde entonces ya Castilla
no se ha vuelto a levantar
en manos de rey bastardo
o de regente falaz
siempre añorando una junta
o esperando un capitán,
Quién sabe si las cigüeñas
han de volver por San Blas
si las heladas de marzo
los brotes han de llevar
si las llamas comuneras
otra vez crepitarán.
Cuánto más vieja la yesca
más fácil se prenderá
cuánto más vieja la yesca
y más duro el pedernal
si los pinares ardieran
aún nos queda el encinar.
Inicialmente los romances fueron desgajados de los cantares de gesta, característicos de los pueblos europeos al comienzo de la afirmación de su identidad. Los juglares repitieron trozos de los cantares y quebraron por la mitad los largos versos de 16 sílabas en versos más breves de 8 sílabas.
Así, mientras que los cantares eran monorrimos, y todos sus versos rimaban con rima asonante, en los romances sólo riman, con la misma asonancia, los versos pares, que corresponden obviamente al segundo hemistiquio de los versos de dieciséis sílabas.
Esa longitud de ocho sílabas es muy natural a nuestro idioma y por ello grata y fácil de recordar. El romance se viene cultivando desde la Edad Media, y hay manifestaciones de romances de los distintos estadios de transformación que fue experimentando el idioma. Y sigue vivo en los corridos mexicanos y otras formas de versificación popular.
Aunque forma inicialmente popular y anónima, algunos de nuestros grandes escritores lo han cultivado. A continuación algunos pasajes del poema épico sobre los comuneros creado por Luis López Álvarez publicado en 1972
Los comuneros de Castilla
Fragmentos
Luis López Álvarez
I
Ley de Tordesillas
En Tordesillas convocan
La Santa Junta del Reino.
Las ciudades hermanadas
envían los mensajeros
que en la junta representes
los que acudir no pudieron.
De todos los oficios salen
los que bregan por el pueblo.
De Ávila llega un pelaire,
de Burgos un cerrajero
de Palencia un alguacil
ha traído su consenso.
A Salamanca se escucha
por la voz de un pellejero,
por Medina un tundidor
y por León un herrero.
En Tordesillas promulgan
una ley de mucho aliento:
Que en el futuro a los grandes
se les quite del gobierno,
que no guarden fortalezas
que no cuenten con guerreros,
que tiranías pasadas
no puedan volver con ellos,
que cuadrillas y parroquias
ejecuten lo dispuesto,
que los vecinos se acerquen
para prestar juramento.
La lucha larga ha de ser
por la libertad del Reino;
que no fuera libertad
la que los reyes de dieron,
que libertad concedida
no es libertad sino fuero.
Igualdad en el pechar
para el futuro queremos,
que se den mejores tratos
a los indios de este reino,
que nada se dé a los jueces
si bienes hay en un pleito,
y se libere a la Reina
de su vivir en encierro.
II
Respuesta de Don Carlos
Desde Flandes dio Don Carlos
la deseada respuesta.
Desde en adelante
se apoyará en la nobleza;
sobre dos gobernadores
descansará su regencia:
El almirante Fadrique
se valdrá de su paciencia,
y el condestable Velasco
usará de intransigencia.
Ya pueden los comuneros
prepararse a la contienda.
Los nobles del Rey se juntan
por conservar sus haciendas
que el que tiene, por guardarlo,
busca ayuda de quien sea,
prefiere pagarle a extraños
a compartir lo que tenga.
III
Carlos I Condena a los Comuneros
El otoño va avanzando
y las jornadas abrevian,
Adriana y su Consejo
han declarado la guerra.
Los días son más cortos,
las noches son más luengas,
los surcos ya removidos
están esperando siembra.
Para lograr distinguirse
Hombres de la misma tierra,
se cosen cruz blanca al pecho
los que van por la realeza,
cruz roja de rebeldía
es la insignia comunera.
¡Qué todas las cruces blancas
rojas de sangre se vuelvan!
El dieciséis de febrero
en Burgos de madrugada
entre faroles y cirios
un cadalso se levanta.
Unos frailes atraviesan
la vecindad congregada,
suenan trompas y tambores,
la voz de un pregón se alza:
“Que sepan todos los pueblos
de los mis reinos de España,
que en uso de mi poder,
al que nadie menoscaba,
más absoluto y real
que antes de que estallara
la rebelión de que sufren
las ciudades castellanas,
condeno, sin enjuiciarles,
y con sentencia inmediata,
doscientos cuarenta y nueve
Comuneros de más talla.
A morir si son seglares
y, si clérigos, que salgan
de los conventos e iglesias
perdiendo cuanto les valga.
Firmado en Worms, vuestro Rey,
Carlos Primero de España.”
Al acabarse el pregón
Mil murmullos se levantan.
Viva Padilla, alguien grita,
nadie su voz sofocara
que amapola comunera
en todo el trigal se ampara
IV
El obispo Acuña
Muy pronto en Valladolid
de lo de Burgos se habla,
se enfurecen los vecinos
y se van hacia la plaza.
Traidores y criminales
contra nosotros batallan,
que grandes crímenes fueron
el que a Medina incendiaran,
y el asalto a Tordesillas,
que a sus vecinos mataban
por haber dado a la Junta
cuanto tenían en casa.
En los atrios y en los claustros
los campesinos verán
al obispo de Zamora
a caballo predicar:
“Tended palios y manteles
y en su interior arrojad
custodias, joyas, patenas
y vasos de consagrar.
La Iglesia cuanto más pobre
más a Dios se acercará.”
El oro de los altares
es agua sin alumbrar,
llevándoselo a la Junta
al pueblo le brotará.
V
Quema de Mora
La guerra se va extendiendo,
larga la lucha será.
Un ejército imperial
a Mora tiene cercada,
la ciudad guarda silencio
se diría abandonada.
Con Zúñiga a la cabeza
los imperiales avanzan.
“Os rendiréis los de Mora
o Mora será arrasada.”
La artillería real
logra quebrar la muralla
aguantan los defensores,
hacen frente a las mesnadas.
Luchando calle por calle,
luchando casa por casa,
van muriendo en el combate
o en el suelo se desangran.
Los imperiales avanzan
ya la iglesia está cercada.
¿Quién se refugia en la iglesia
huyendo a nuestra venganza?
Son mujeres y son niños
o son los viejos sin armas.
Si son mujeres o niños
o si son viejos sin armas,
Comuneros son también
y morirán sin que salgan.
Los reales prenden fuego
la iglesia ya está incendiada.
Tres mil mujeres y niños
y viejos que están sin armas
se quemarán en la iglesia
sin poder abandonarla.
En silencio queda Mora,
¡cómo crepitan las llamas!
VI
En Torrelobatón
En Torrelobatón, Padilla
se impacienta de esperar.
Los imperiales acampan
a una legua del lugar.
Los nobles de todas partes
acuden a batallar.
Padilla a sus hombres dice
que no es cosa de esperar,
que hacia Toro comunera
se tienen que replegar.
Antes de partir, Padilla
se retira a meditar
y escribe en un pergamino:
“Mañana se va a luchar,
aunque quebremos un puño
hasta el din combatirá.
Que nunca nos diga el pueblo
que nos echamos atrás,
si la suerte nos faltara
el valor no ha de faltar.”
¡Quién viera a los comuneros
por las cárcavas bajar!
Como no hay luna en el cielo
no se tienen que ocultar.
Avanzan a duras penas,
trabajo les cuesta andar,
les azota la borrasca,
casi no pueden mirar.
En Peñaflor han sabido
que Padilla se les va.
Dos mil quinientos jinetes
han de lograrle alcanzar;
ocho mil infantes siguen
a los nobles en su afán.
Sabiéndose perseguido
Padilla decidirá:
“¡Que redoblen los tambores
los pendones desplegad,
que no piensen los reales
que vamos huyendo ya!
Buscando lugar propicio
donde batalla librar,
en Vega de Valdetronco
quiere batalla librar,
mas el destino le obliga
a que espere en Villalar.
VII
Batalla de Villalar
Ya apunta en el horizonte,
ya aparece Villalar.
Los soldados comuneros
salieron del lodazal.
Van corriendo por las eras
hasta a las casas llegar
e instalando allí las piezas
comienzan a disparar.
Ya llegan los imperiales,
encima les tienen ya,
ya apresan a Maldonado,
ya comienzan a avanzar,
Padilla, picando espuelas,
lanza al aire, ¡Libertad!
Poco a poco caen sus hombres
heridos o muertos ya.
A Juan Bravo espada en puño
ya le acaban de apresar
poco a poco caen sus hombres
heridos o muertos ya.
Anochece ya en los campos,
sólo se oye el gritar
de comuneros heridos,
que acaban de rematar/
No tardan mucho los nobles
en pronunciar su sentencia:
Juan de Padilla y Juan Bravo
que paguen con sus cabezas,
y Francisco Maldonado
por vida quede en la celda.
Mas las tropas le reclaman
de un Maldonado cabeza,
y Francisco Maldonado
le arrancarán en oferta.